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Estrés y frenetismo en nuestro día a día

La entrada de esta semana no está tan orientada a la decoración como es lo habitual, al ser el objetivo de este blog. Esta semana voy a dedicar la entrada a hacer una critica de la sociedad y del estado frenético en el que vivimos y la obligación impuesta de ser los más listos, comprometidos y ocupados.
Salir de casa a las siete de la mañana, transporte al trabajo, ocho horas trabajando, gimnasio, inglés, otros estudios y vuelta a casa. Preparar la comida del día siguiente y a dormir. Tiempo para nosotros mismos: cero patatero.



Y si se tiene hijos peor aun. Tienen que ir a clase, actividades extraescolares, estudiar dos idiomas por lo menos, ser más listos que ninguno... Viven desde pequeños estresados y sin tiempo para jugar.

En las grandes ciudades además, hay otra clase de relación padres-hijos que son los niños mochilas. ¿Sabéis a que me refiero? Son aquellos padres que madrugan excesivamente y viven lejos del trabajo. Yo lo veo todos los días, ya que vivo en un pueblo de la comunidad de Madrid y en el autobús suelen ir varios. Hay madres que prefieren tener a sus hijos cerca del trabajo, para ofrecerles una educación más completa que en los pueblos, a costa de viajar todos los días a Madrid. Depende de a que parte de la ciudad se dirijan, pueden llegar a sufrir una hora y media de autobus y metro cada día. Los peques tienen rutinas de adultos, madrugones y llegadas a casa tardísimo, sobre las 7-8, cuando sus padres vuelven de trabajar ¿A esa hora se pondrán a estudiar? Eso sí durante todo el día, clases de chino, inglés, música... De verdad, dejemos que también sean niños y disfruten correteando con los amigos a la salida del cole, que ya tendrán tiempo de ser adultos. 

La sociedad nos impone un ritmo más alto del que podemos, que hace que vivamos estresados y agobiados por nuestro escaso tiempo libre. Y cuando lo tenemos nos surge la obligación de hacer más cosas, de no estar quietos en el sofá de casa descansando, sino también tener una vida social plena. No nos vale con lo profesional, también aprovechamos hasta el último minuto del fin de semana para hacer planes. 

Recientemente he leído un estudio en el que decía que Madrid estaba entre las seis comunidades autónomas en las que hay más tristeza. Estoy convencida de ello, con tantas obligaciones impuestas apenas tenemos tiempo de disfrutar de lo esencialmente importante de la vida, la familia, los amigos, las aficiones... con este ritmo de vida o esto cambia o en unos años pareceremos máquinas para trabajar, estudiar y colgar fotos en redes sociales. Debemos dejar a un lado lo no esencial y centrarnos solamente en lo más importante para uno mismo y así aprovecharemos más el tiempo y seremos más felices ¡La vida son dos días!

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